DES Descentrada, vol. 8, nº 2, e245, septiembre 2024 - febrero 2025. ISSN 2545-7284
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG)

Intervenciones polémicas

El ajuste al sistema científico-educativo: implicancias para los estudios de género

Danila Suárez Tomé

Instituto de Investigaciones Filosóficas, Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (CONICET), Argentina
Cita recomendada: Suárez Tomé, D. (2024). El ajuste al sistema científico-educativo: implicancias para los estudios de género. Descentrada, 8(2), e245. https://doi.org/10.24215/25457284e245

Resumen: Este texto analiza las consecuencias de la presidencia de Javier Milei en el sistema científico y universitario argentino, centrando especialmente en el impacto sobre los estudios de género. La administración de Milei ha implementado significativos recortes presupuestarios al gasto público que afectan directamente la producción de conocimiento en Argentina y la educación universitaria. Estas medidas han provocado la paralización de numerosos proyectos científicos debido a la falta de financiación, han reducido el acceso a recursos esenciales en las universidades y una disminución sustancial en los ingresos de investigadores y educadores. El texto discute las implicaciones más amplias de estas políticas sobre las ciencias sociales y humanidades, especialmente vulnerables por la percepción de falta de retorno económico directo y sesgos ideológicos. La crítica se extiende a la tendencia global de socavar la libertad académica y el pensamiento crítico a través de restricciones financieras e ideológicas, enfatizando la necesidad de defender las contribuciones interdisciplinarias de los estudios de género dentro de la comunidad científica.

Palabras clave: Estudios de Género, Sistema Universitario Argentino, Ciencias Sociales, Humanidades, Política Científica.

The Impact of Fiscal Austerity on Scientific and Educational Systems: implications for Gender Studies

Abstract: This text examines the consequences of Javier Milei's presidency on the Argentine scientific and university system, focusing particularly on the impact on gender studies. Milei's administration has implemented significant budget cuts to public spending, directly affecting knowledge production in Argentina and university education. These measures have caused numerous scientific projects to stall due to lack of funding, reduced access to essential resources in universities, and a substantial decrease in income for researchers and educators. The text discusses the broader implications of these policies on the social sciences and humanities, which are especially vulnerable due to perceived lack of direct economic return and ideological biases. The critique extends to the global trend of undermining academic freedom and critical thinking through financial and ideological restrictions, emphasizing the need to defend the interdisciplinary contributions of gender studies within the scientific community.

Keywords: Gender Studies, Argentine University System, Social Sciences, Humanities, Scientific Policy.

Javier Milei asumió la presidencia de la Argentina con la promesa de eliminar el Ministerio de Ciencia y Tecnología, privatizar el CONICET y arancelar la educación universitaria (Esteban, 2023; Parlamentario, 2023). En vistas a su plan de reducción del gasto público y del Estado en general, sostuvo que la producción de conocimiento y tecnología debe quedar “en manos del sector privado" y respecto de los trabajadores del campo de la ciencia y la tecnología pidió "que se ganen la plata sirviendo al prójimo como lo hace la gente de bien" (Ámbito, 2024), sugiriendo que las instituciones científicas y educativas superiores están plagadas de “ñoquis” y empleados ineficientes que no generan resultados productivos​ (El Tribuno, 2023).

Con el plan de cumplir sus promesas, Milei comenzó su mandato eliminando el Ministerio de Ciencia y Tecnología como parte de su reestructuración del gobierno, y concentrando varias de sus funciones bajo un nuevo Ministerio de Capital Humano. Asimismo, el mandatario libertario promovió un recorte salvaje de la inversión pública en desarrollo científico y tecnológico y la educación superior. Esta medida condujo a una parálisis en la comunidad científica argentina, con numerosos proyectos de investigación detenidos debido a la falta de financiamiento. Los recortes también afectan gravemente a las universidades, obligándolas a limitar el acceso a recursos esenciales. Los salarios de los/as investigadores, docentes y becarios/as sufrieron una caída significativa, con una pérdida de poder adquisitivo de hasta el 25% en los primeros cinco meses del año (Massare, 2023).

1. El ataque a los estudios superiores y la producción de conocimiento científico en el marco global

El ataque a la universidad y a la ciencia no es un fenómeno aislado en Argentina, sino parte de una tendencia global. Según Mario Pecheny, "el temor en la comunidad científica y universitaria es palpable, no sólo por la falta de recursos, sino también por la deslegitimación de su trabajo" (Pecheny, 2020). Este contexto se agrava particularmente en las ciencias sociales y humanidades, áreas frecuentemente señaladas por no generar un retorno económico directo, lo cual es un argumento utilizado para justificar su desfinanciamiento. Pecheny destaca que esta desvalorización de las ciencias sociales y humanidades está enraizada en una lógica anti-intelectualista que desestima cualquier conocimiento que no sea inmediatamente rentable, amenazando así la diversidad y riqueza del pensamiento crítico necesario para una sociedad democrática (Pecheny, 2020).

Por su parte, Macarena Marey sostiene que esta desvalorización responde a una ideología que busca mantener el conocimiento en manos de una élite, limitando así el acceso y la producción de saberes críticos que podrían desafiar el statu quo (Marey, 2022). Federico Penelas advierte que, en este contexto, los especialistas en estudios humanísticos no son meramente considerados inútiles, sino peligrosos:

Esto se ve en cómo presentó Milei la deriva de su adversario colectivista. El discurso de la lucha de clases, desterrado, ha mutado forjando dos dicotomías igualmente inadmisibles: hombre vs. mujer y ser humano vs. naturaleza. El feminismo, la teoría de género y el ambientalismo son los nuevos enemigos que MiIei proclama. Desterrar lo implicado por dichas dicotomías supone identificar a sus perpetradores ideológicos; y es allí donde Milei señala y acusa a uno de ellos: las universidades. Las humanidades, como motor de la vida universitaria, como forjadoras de los mejores dispositivos retóricos para enfrentar las discriminaciones de género y los efectos del cambio climático, son el peligro principal al que se enfrenta el proyecto de Milei (Penelas, 2023).

De este modo, vemos que existe un especial encono contra las ciencias humanas y sociales, y especialmente contra los estudios críticos sobre sexualidad y género y sus académicos/as.

Facundo Saxe describe cómo las investigaciones en ciencias humanas y sociales, especialmente aquellas relacionadas con feminismos, sexualidades y disidencias sexo-genéricas, han sido blanco predilecto de ataques ya desde la presidencia de Mauricio Macri. Él menciona que estos ataques se intensificaron durante el gobierno de Cambiemos y continuaron de manera esporádica, afectando gravemente a los/as investigadores/as, quienes sufren acoso y amenazas a través de redes sociales y medios de comunicación. Saxe relata que él mismo ha recibido amenazas de muerte y ha sido objeto de una operación de desprestigio que busca deslegitimar su trabajo y el de otros/as investigadores, etiquetándolos/as de inútiles e improductivos/as (Saxe, 2024).

2. La situación de los estudios de género bajo el gobierno de Milei

Es claro que esta política agresiva contra la investigación en ciencias sociales y humanidades se encuentra alineada no solamente con el hecho de que Milei considera que el Estado no debe invertir en innovación y desarrollo científico y tecnológico, sino también con el hecho de que él se erige como comandante de una batalla contra “el colectivismo” o el “marxismo cultural”, dentro del cual los estudios de género ocupan un rol peculiar. Según Milei, esta batalla está dirigida a combatir lo que él considera la influencia negativa del "marxismo cultural" en la sociedad argentina.

En su camino hacia la presidencia, el líder libertario criticó duramente las políticas de género, la educación sexual integral y el lenguaje inclusivo, tildándolos de instrumentos del “marxismo cultural” que buscan transformar y controlar la cultura y los valores occidentales (Fahsbender, 2023)​. Para Milei, el feminismo y la “ideología de género” son los nuevos enemigos que propugnan una "pelea ridícula y antinatural entre el hombre y la mujer", y estas luchas son una extensión de la antigua lucha de clases promovida por los marxistas. Milei argumenta que estos movimientos son utilizados para adoctrinar a la sociedad y desestabilizar los valores tradicionales, y ya tomó medidas acordes a su visión, como eliminar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, prohibir el lenguaje inclusivo en documentos oficiales, y transformar el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada en el Salón de los Próceres (MDZ Online, 2024; Moreno, 2023).

En este sentido, Milei se alinea con el movimiento neoconservador contra la “ideología de género” que tomó impulso hacia fines del siglo XX, producto de una colaboración entre activistas e intelectuales conservadores, por un lado, y el Vaticano, por otro, ante el ingreso de categorías pertenecientes a la teoría feminista en los organismos internacionales de derechos humanos en ocasión de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo (1994) y de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (1995):

Ambas conferencias culminaron con una derrota de las posiciones de la Santa Sede, en tanto los documentos finales y los Planes de Acción que emanaron de aquéllas marcaron un enorme avance de las posiciones feministas en casi todos los aspectos, incorporando la importancia de los derechos reproductivos, de la implementación de educación sexual en las escuelas, así como el reconocimiento del aborto como un grave problema de salud pública, entre otras conquistas (Campos, 2020, p. 235).

El Vaticano ya consideraba al “género” como representante de una ideología de la desnaturalización de lo femenino y lo masculino que pone en peligro al “orden natural” en el que se basa el desarrollo de los individuos y la humanidad en general. En este sentido, la “ideología de género” es reconocida por la Santa Sede como un peligro para la humanidad en sí misma.

Otra jugadora clave en el armado de la “ideología de género” fue la periodista estadounidense conservadora Dale O’Leary, quien hizo circular en la reunión preparatoria de la conferencia de Beijing un ensayo titulado “Género: la deconstrucción de la mujer”. Allí O'Leary sostiene que si el género se define como “la construcción social de roles y relaciones entre mujeres y hombres”, entonces la sexualidad se vuelve fluida, la centralidad de la familia puede ser cuestionada, y los roles de la maternidad (femenino) y de la provisión (masculino) pueden ser desnaturalizados hasta el punto en el que el sexo mismo, entendido como la fijeza e irreductibilidad de las estructuras anatómicas, puede ser puesto en cuestión (O’Leary, 1995, como se citó en Baden y Goetz, 1997).

Para O’Leary, además, la ideología de género es parte de un movimiento neo-marxista que se alejó de la lucha de clases y se abocó a dar una “batalla cultural” entre los sexos. Así, el feminismo, tomando el marco conceptual del marxismo, propuso que las mujeres son una clase oprimida que debe ser liberada a través de la revolución sexual, teniendo como objetivo la abolición del sexo como clase natural, y como fin último la abolición de la naturaleza humana en general. La ideología de género no sería otra cosa que el “lobby socialista” disfrazado de nuevos discursos culturales para penetrar con su agenda en las organizaciones internacionales y en los gobiernos nacionales. Aquí se encuentran las raíces intelectuales de las expresiones de Javier Milei que repasamos previamente.

Es importante resaltar que todos estos actores conservadores consideran a la “ideología de género” como una perspectiva anticientífica. Tanto el Vaticano, como los/as intelectuales anti-feministas consideran que al ser “antinatural” la teoría de género es concomitantemente “anticientífica”. Con lo cual, es preciso insistir en que en el caso argentino actual hay dos flancos de ataque diferenciados en sus objetivos: mientras se busca desfinanciar la ciencia y la tecnología en general para que su desarrollo pase de ser público a ser privado, a causa de la perspectiva anarcocapitalista que tiene Milei del Estado, los estudios de género (como los representantes más polémicos de las humanidades y las ciencias sociales) están siendo desacreditados en su totalidad como un campo científico con derecho propio.

En este sentido, podemos decir que Milei no es en sí mismo enemigo de “la ciencia”, sino específicamente de los estudios de género. Y esta enemistad se encuentra entroncada más en su batalla contra el “marxismo cultural”, que en su batalla contra el gasto público. Milei se presenta, a la vez, como un paladín de la academia y la ciencia económica (a la cual, además, no reconoce como ciencia social), a través de intervenciones públicas que siguen el formato de ponencias académicas o conferencias magistrales en las que diserta sobre autores y teorías, y como el máximo representante local de una batalla cultural basada en una teoría conspirativa global. Este no es un problema para su propia visión de mundo, compartida por otras subjetividades neoconservadoras, pero sí es algo que debe ser tenido en cuenta por quienes estamos en la resistencia contra la desfinanciación de la ciencia y la tecnología.

3. Desafíos ideológicos hacia el interior del campo científico

Es fundamental traer luz sobre un fenómeno que sucede hacia el interior de las ciencias mismas y que no contribuye en nada al contexto actual: el de la segregación sexual de las áreas científicas y su jerarquización. Una distinción fundante de la ciencia moderna, y que tiene su base en una concepción androcéntrica y sexista de la ciencia, es la que se hace entre las presuntas ciencias “duras” y las ciencias “blandas”. Las ciencias "duras", como la física, la química y la ingeniería, son tradicionalmente dominadas por hombres y valoradas por su supuesta objetividad y rigor. En contraste, las ciencias "blandas", como la sociología, la psicología y los estudios de género, son frecuentemente sexualizados y percibidos como menos rigurosos y más subjetivos, y suelen tener una mayor representación de mujeres.

Esta diferenciación no sólo perpetúa estereotipos de género, sino que también deslegitima el trabajo de muchas investigadoras y sus contribuciones científicas. Esta categorización afecta la percepción pública y el financiamiento de estas disciplinas, reforzando la idea de que las ciencias "blandas" son menos importantes o útiles para la sociedad. Silvia Elizalde, en su artículo sobre misoginia y sexismo en el ataque a las ciencias sociales, argumenta que estas acciones buscan justificar recortes presupuestarios y mantener un control patriarcal sobre el conocimiento, desacreditando las investigaciones en estas áreas y etiquetándolas de inútiles e improductivas (Elizalde, 2017).

No es casual que los ataques públicos contra la producción científica estén casi exclusivamente direccionados a investigaciones del área de ciencias sociales y humanidades, las cuales son percibidas como altamente ideologizadas por el público en general. En el caso de Argentina, se le suma el hecho de que se considera que las humanidades y ciencias sociales están cooptadas por militantes kirchneristas que utilizarían el CONICET y las universidades nacionales como trinchera ideológica. Pero lo que considero que debemos resaltar es que estas investigaciones son también vistas como ideología antes que como ciencia por científicos/as que trabajan en disciplinas “duras”. A raíz de esto, no es inusual encontrarse con científicos/as que no tendrían ningún inconveniente en arrojar a las ciencias sociales y humanidades por la borda para resguardar la producción de una ciencia que sí consideran que vale la pena.

En los debates sobre la defensa del sistema científico y su financiamiento público, es común que la comunidad científica utilice ejemplos de aplicaciones prácticas y tangibles provenientes de las ciencias “duras” para argumentar su importancia. Se suele destacar cómo áreas como la física, la química y la ingeniería han dado lugar a innovaciones tecnológicas cruciales, como el desarrollo de medicamentos, avances en energía renovable y mejoras en la infraestructura tecnológica. Estos ejemplos se presentan como evidencia de los beneficios directos y palpables que estas disciplinas aportan a la sociedad y a la economía, justificando la necesidad de su financiamiento continuo. Esta restricción de enfoque refuerza la percepción de que sólo las disciplinas que generan avances tecnológicos y económicos visibles merecen inversión estatal. En este sentido, hay una alineación peligrosa entre una tendencia ideológica propia del área de ciencia y tecnología y la perspectiva de gobiernos como el de Milei.

Es por esto que considero que, en primer lugar, es de vital importancia resistir a la desvalorización de determinados cuerpos de estudios dentro de la propia comunidad científica. La visión utilitaria de la ciencia y la percepción de determinadas áreas como puramente ideologizadas no contribuyen a la defensa ni de nuestro trabajo como productores/as de conocimiento ni del conocimiento en sí mismo como un valor humano. Tengamos en cuenta que, aun cuando podamos mostrar la utilidad de los estudios de género como el mejor dispositivo de producción de conocimiento para la detección, el análisis y la transformación de las inequidades de género, en este caso particular el argumento se hace sobre una base de descreimiento de que esas inequidades realmente existan. Por lo cual, el caso en favor de la utilidad de los estudios de género es prácticamente imposible de fundamentar frente a una ideología como la que sostienen Milei y sus seguidores.

En segundo lugar, creo que es menester insistir en la importancia colectiva que tiene la producción de conocimiento crítico en el área de ciencias sociales y humanidades. Como advierte Marey, resignar los estudios críticos, desfinanciarlos y desvalorizarlos contribuye a que únicamente una élite dominante pueda tener acceso a la producción de conocimiento en áreas del pensamiento que son fundamentales para la sociedad y el desarrollo humano libre y democrático (Marey, 2022). Y esto debería interesar a todos/as los/as científicos/as comprometidos/as con una idea progresista y humanista de la ciencia y también con un sentido fuerte de defensa de los derechos humanos. El conocimiento es un derecho humano y no es irrelevante en manos de quiénes se concentran los medios de producción de conocimiento. Un conocimiento producido sólo por una élite dominante, es un conocimiento condenado a reproducir la ideología dominante, y sin pluralidad del conocimiento no hay ciencia democrática.

Por último, estimo como absolutamente relevante que hacia el interior del campo científico local se esté al tanto de los fundamentos sobre los cuales Milei, como parte de un movimiento global de neoconservadurismo, considera especialmente a los estudios de género como un enemigo a combatir. Sus razones fueron expuestas a lo largo de este escrito, en el que se pudo ver que, además de estar basadas en un discurso intolerante, tienen un origen muy específico en una teoría conspirativa que debe ser rechazada de plano por cualquier persona de ciencia que sea respetuosa de los derechos humanos.

Existen antecedentes que deberían preocuparnos como comunidad científica. Por ejemplo, en 2018 el entonces presidente de Hungría Viktor Orbán prohibió los programas de estudios de género en las universidades, argumentando que no son científicos y que van en contra de los valores tradicionales que el gobierno defiende​ (Walker, 2018). Teniendo en cuenta que el gobierno de Milei es un gobierno claramente neoconservador, y que considera que la batalla cultural que vino a dar es tan importante como su guerra contra el gasto público, es fundamental que la comunidad científica no haga ningún tipo de concesión a razones que puedan contribuir, aun involuntariamente, a la destrucción de los estudios de género en Argentina.

Referencias

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Recepción: 15 Julio 2024

Aprobación: 30 Julio 2024

Publicación: 01 Septiembre 2024



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